viernes, 17 de octubre de 2025

Canal Curiosidades : Así es un embrión humano a los 7 días tras la fecundación

 


Las primeras etapas del desarrollo humano dependen de un baile de moléculas y genes que se activan y desactivan y células en división. Un delicado chachachá que acaba dando lugar a estructuras extraordinariamente complejas como el corazón, el cerebro, o cualquier órgano que nos venga a la mente. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo es el embrión en las primeras etapas de la vida?

Una bola de células

Cuando se juntan un óvulo y un espermatozoide forman el cigoto, una célula de un tamaño considerable que contiene información de ambos progenitores. La misión de esta célula es dividirse para ir, poco a poco, dando lugar a más células que puedan diferenciarse. Aproximadamente, el zigoto se divide una vez cada día, dando lugar a dos células casi iguales denominadas blastómeros.

Los blastómeros siguen dividiéndose, dando lugar a 4, 8 y posteriormente, 16 células, momento en el que se compactan en lo que se denomina mórula. Tras esto, la división celular empieza a cambiar y las células dejan de ser exactamente iguales. Algunas células que forman esta pelota viva se quedarán en la parte exterior y otras en el interior, momento en el que la mórula pasará a llamarse blastocisto.

Todo este proceso tiene lugar mientras el primero zigoto, después mórula y finalmente blastocisto, es transportado con delicadeza por las trompas de Falopio, unas estructuras que unen el útero con el ovario. Tras el viaje, el blastómero llega a su lugar de descanso, la pared del útero, donde ha de unirse para poder seguir desarrollándose. A este proceso se le conoce como implantación.

Pero unir dos tejidos no es sencillo. De hecho, se estima que los fallos en el proceso de implantación son una de las principales causas de infertilidad, y son responsables de hasta el 60% de los abortos espontáneos. Por ello, una investigación llevada a cabo por el Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC) ha tomado imágenes en 3D del proceso con todo lujo de detalles, para tratar de observar todas las pesquisas que permiten la implantación y, así, ayudar con los crecientes problemas de infertilidad que afectan a la población.

Una unión profunda

Como explica el investigador principal del Grupo de Bioingeniería para la Salud Reproductiva del IBEC, Samuel Ojosnegros: «Hemos observado que los embriones humanos se introducen en el útero ejerciendo una fuerza considerable durante el proceso». Estas fuerzas, según indica, son necesarias porque los embriones han de invadir el tejido uterino e integrarse completamente en él. «Se trata de un proceso sorprendentemente invasivo», continúa. «Aunque se sabe que muchas mujeres experimentan dolor abdominal y un ligero sangrado durante la implantación, el proceso en sí nunca se había observado antes».

Para lograr esta implantación, el embrión primero libera unas enzimas especiales que rompen el tejido uterino y le permiten atravesar la primera capa. Pero tras esta, hay un tejido mucho más resistente, que el embrión también ha de atravesar, sólo que en este caso es mediante fuerza bruta. Como explica la co-primera autora del estudio Amélie Godeau: «Observamos que el embrión tira de la matriz uterina, moviéndola y reorganizándola. También reacciona a señales de fuerza externas». Por ello, creen que las contracciones que se producen en el útero de la madre pueden influir en la implantación del embrión.

Para lograr las imágenes, el equipo de investigación tuvo que desarrollar una plataforma que imitase las condiciones del útero, dando lugar a una suerte de útero artificial. Esta plataforma de investigación, rica en colágeno, está formada sobre todo por colágeno, donde hay embebidas otras proteínas necesarias para el desarrollo del embrión. Como indica Anna Seriola, la otra coautora principal, «Nuestra plataforma nos ha permitido cuantificar la dinámica de la implantación embrionaria y determinar la huella mecánica de las fuerzas utilizadas en este complejo proceso en tiempo real».

¿Y después?

Tras estas fases cruciales, el blastocisto implantado comenzará a desarrollarse y a unirse a los vasos sanguíneos de la madre para poder alimentarse. En este punto el blastocisto está dividido en varias regiones perfectamente diferenciadas: en el exterior, el trofoblasto, que dará lugar a la placenta, en el interior el embrioblasto, que dará lugar al embrión, y en medio, una cavidad llamada blastocele permitirá que se formen 3 capas en el embrión, cada una de las cuales dará lugar a unos órganos distintos.

La diferenciación celular es un proceso extraordinariamente complejo, y descubrir sus secretos puede dar lugar a una verdadera revolución en la medicina. Entender estas primeras etapas en las que una célula puede formar un organismo completo es uno de los pilares de la medicina regenerativa. De paso, estudios como este, que permiten observar al detalle el inicio de la vida, pueden ayudar a comprender por qué algunas parejas no pueden concebir y, además, ofrecerles alternativas para que puedan formar una familia en el futuro si así lo desean.



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