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En este pueblo es invierno todo el año, pero es durante el mes de diciembre cuando el ambiente se vuelve realmente mágico.

Cuando cae el mercurio en la ciudad, nos apetecen otro tipo de planes. Nos empieza a picar el gusanillo que pide que nos alejemos de las multitudes que llenan las avenidas en busca de un buen regalo y nos adentremos en rincones recónditos donde se vive el invierno más auténtico.

A lo largo de nuestra geografía hay muchos destinos navideños que todos conocemos (y a los que se dirigen las mismas multitudes que están de compras), pero también hay pueblos que parecen hechos a medida para una escapada navideña de silencio, castañas y nieve. Lugares donde las luces no compiten con escaparates y donde el pasado casi parece que pesa más que el presente. En la provincia de Teruel existe uno así.
En Cantavieja la Navidad se vive con calma, entre piedra, historia y temperaturas que piden abrigo, pero que no distan demasiado de las que se dan durante todo el año. No hay colas ni reclamos turísticos, pero sí un casco histórico impecable, herencia medieval y un entorno natural que refuerza la sensación de estar en otro tiempo. Un destino perfecto para quienes quieren perderse en diciembre.
Dónde está Cantavieja, el pueblo mágico del invierno eterno
Cantavieja, capital tradicional del Alto Maestrazgo, se sitúa a 1.290 metros de altitud en el Sistema Ibérico, junto al río que lleva su nombre y muy cerca del límite con la provincia de Castellón. Solo hay 729 habitantes en su territorio, que se dedican principalmente a la agricultura y a la ganadería. Suena idílico, ¿verdad?
Su paisaje abrupto, marcado por barrancos y muelas, goza de una temperatura media anual de 9 grados, lo que garantiza un ambiente de invierno permanente que se acentúa en Navidad.
Y aquí llega la parte que más nos interesa: desde 2014 forma parte de Los Pueblos Más Bonitos de España, aunque sigue siendo un destino sorprendentemente poco frecuentado, incluso en fechas señaladas.

La historia de Cantavieja
El entorno de Cantavieja guarda huellas humanas de enorme antigüedad. En su término municipal se conservan dos conjuntos de pintura rupestre, en el Cerradico Casa Granja y la Masía del Tosco, además de cuevas con grabados, pocetas y cubetas rituales. En la Cueva de los Toros, situada a mil metros de altitud, se han documentado ocupaciones de hace 5.880 años y niveles aún más antiguos, de 35.000 años, que indican la presencia tardía de neandertales conviviendo con humanos modernos que ya existían en otras partes de la Península.
Pero no fue hasta los tiempos de Amílcar Barca cuando se fundó la ciudad, que recibió el nombre de Cartago Vetus. Tras siglos como enclave musulmán, fue reconquistada en 1169 por Alfonso II de Aragón. Poco después pasó a manos de la Orden del Temple, que marcó profundamente su historia. En 1235 recibió carta puebla y, tras la disolución de los templarios, quedó bajo la Orden de San Juan del Hospital.

Qué ver en Cantavieja
El casco histórico del pueblo conserva una estructura medieval muy bien definida y llena de belleza –no en vano fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1981 y ha sido denominado el Pueblo Más Bonito de España– que bien merece un paseo con calma. Su corazón es la plaza porticada de Cristo Rey, y desde ahí parten hileras de edificios civiles y religiosos que concentran buena parte de la vida y la historia del pueblo.
Entre sus edificios más famosos está la Iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, de estilo barroco, que se levantó en el siglo XVIII sobre un templo medieval anterior del que aún se conservan la torre y la portada lateral. Muy cerca se alza la Iglesia de San Miguel, joya del gótico levantino del siglo XV, que alberga el sepulcro de alabastro de Gonzalo de Funes, que algunos llaman el último caballero templario.
Cantavieja conserva cinco ermitas, entre ellas la de San Juan del Barranco (1420), la de la Virgen del Loreto (siglo XVII) o la de San Blas, levantada tras las guerras carlistas.

Hubo una época en que Cantavieja tuvo un imponente castillo. Después de las Guerras Carlistas, que asolaron todo el territorio del Maestrazgo, solo quedan restos de muralla y un torreón circular del siglo XIX, construido sobre una base medieval y reutilizado como ermita del Calvario hasta hace unos años.
Por supuesto, es de visita obligada el Ayuntamiento, del siglo XVI, que combina mampostería y sillería y luce en su fachada el escudo de la villa con inscripción latina. En su interior merece una visita el artesonado de madera que domina el salón de actos. Unido a él se encuentra la Casa del Bayle, con escudos heráldicos y balcones de forja.
Los visitantes también suelen dejarse caer por el antiguo Hospital de San Roque, adosado a la iglesia de San Miguel, por el cual se accede al Mirador del Portillo, un balcón natural sobre la antigua muralla con vistas al paisaje escarpado que rodea el pueblo.

Actividades de naturaleza en Cantavieja
El término municipal forma parte de un entorno natural protegido, con Lugares de Importancia Comunitaria, zonas ZEPA y enclaves singulares de flora. Aquí se encuentran árboles monumentales como el pino de Torre Altaba o el enebro del Mas de Perales. En pocas palabras: si disfrutas de la flora y la fauna, te encantará recorrer los alrededores de Cantavieja.
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