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Decenas de jóvenes instalados en unas 80 tiendas de campaña sueñan con labrarse un futuro en la ciudad
Originarios de Marruecos, Argelia o Túnez dedican el día a buscar empleo e intentar regularizar su situación

Ya'qub le corta el pelo a uno de sus amigos con una moto eléctrica y tijeras. Su cliente, sentado frente a un espejo, mira con el móvil un partido en diferido de la liga marroquí. La escena no se produce en una peluquería, sino al aire libre, en una fría tarde de otoño en la calle Número 2 de la Zona Franca de Barcelona.

El joven peluquero, oriundo de Argelia, es uno de los muchos ocupantes de alguna de las casi 80 tiendas de campaña que hay justo en ese punto, en una explanada de casi medio kilómetro de largo. Es ya el mayor campamento de personas sin hogar de la ciudad. Pese a su magnitud, el ayuntamiento no lo considera un asentamiento, ya que no hay ningún tipo de infraestructura informal que refugie a los habitantes de la lluvia o del frío, solo hay tiendas de campaña.

Sea como fuere, más allá de las consideraciones legales o estadísticas, la vida en este campamento no es fácil. "Ahora hace mucho frío... Yo porque soy joven y aguanto, pero hay mucha gente con gripe", explica Ya'qub. Este argelino de 25 años pasó dos años en París antes de aterrizar en la Zona Franca.
Bajo techo en París, al raso en BCN
"Allí estuve trabajando en la obra de todo lo que se podía: pintando, poniendo ladrillos, demoliendo...", explica en un perfecto francés. Su paso por Francia fue algo más estable que su llegada a Barcelona. Allí siempre vivió bajo techo, pero se desesperó esperando conseguir papeles que le permitieran afianzar su situación.
Con la sensación de que en España podría regularizar sus documentos mucho más rápido, decidió dar el paso y trasladarse. "Pensaba que serían dos meses como mucho", asegura, y por eso decidió arriesgarse e instalarse temporalmente en la Zona Franca. Sin embargo, la burocracia española no es tan rápida como creía: ya lleva siete meses en su tienda de campaña.
"Algo no va bien si todo en tu vida es fácil"
El joven no se desanima y repite un mantra que asegura que le guía en su vida: "Algo no va bien si todo en tu vida es fácil". Con esta mentalidad, recorre cada día la Zona Franca con su currículum e intenta encontrar un trabajo estable y regulado, pero se topa con el sistema: "No te dan papeles si no trabajas, pero tampoco te dan trabajo si no tienes papeles", denuncia.

Para salir del paso, el joven, peluquero de oficio, corta el pelo a los vecinos del campamento, con los que dice tener buena relación. Y para las necesidades del día a día acude, como la mayoría de acampados, al Centro de Primera Acogida (CPA) Zona Franca, donde puede ducharse, cargar el móvil y comer algo.
La mayoría de acampados acuden al Centro de Primera Acogida (CPA) Zona Franca, donde pueden ducharse, cargar el móvil y comer algo
Es también uno de los servicios que más agradecen Chafik y Mohassel. Son algo mayores que Ya'qub, ambos rondan la treintena, pero sus trayectorias son parecidas. Chafik es de Túnez y antes de ir a parar a la calle Número 2 había conseguido formar una familia en París. Tras divorciarse de su mujer, tuvo que dejar a sus dos hijas y a su casa atrás. Así acabó en la Zona Franca, también con la idea de que sería algo temporal y podría conseguir regularizar su situación más pronto que tarde. Pero Chafik también lleva siete meses en su tienda de campaña.
Mohassel es quizá quien guarda menos esperanzas: "En España parece que esté prohibido que los negros trabajen", lamenta y asegura que por más que lo intenta no encuentra trabajo.
"En España parece que esté prohibido que los negros trabajen"
Con algo más de optimismo afronta la situación Elías que, junto a su amigo Badr, celebra que, por primera vez en dos años, va a poder tomarse un té moruno como los que se preparaba en Marruecos. Su oficio de alfarero, que le venía de familia, ya no daba para mantenerlos a él y a su padre. "Y yo tengo que devolverle lo que él me ha dado", asegura.

Elías tuvo claro desde el principio que quería adaptarse a la ciudad donde venía a labrarse un mejor futuro. Por eso, nada más llegar empezó a tomar clases de castellano y catalán en un Centro de Formación de Adultos (CFA) de Nou Barris. En ese distrito, en el extremo diametralmente opuesto de la ciudad, es donde Elías recaló por primera vez al llegar a Barcelona. Se quedó 11 meses en uno de los centros de alojamiento temporal del ayuntamiento, más tiempo que muchos de sus compañeros de piso, hasta que definitivamente tuvo que salir. "Cuando salí, uno de los trabajadores de allí me dijo que lo llamara, que me ayudaría... Pero no hay que abusar de la ayuda de los demás", asegura.
Elías estudia cada día castellano y catalán en un centro de formación de adultos de Nou Barris
Ahora, mientras sigue estudiando y busca un trabajo, Elías tiene todavía la ilusión de volver a las clases de teatro que recibió nada más llegar a Barcelona. "Cada domingo escribo a la profesora para ver si tiene un hueco y volver a clase", explica sonriente.
De momento, viven al día, pero el campamento podría tener los días contados. El pasado mes de octubre, el Gobierno municipal aceptó un ruego del líder del PP de Barcelona, Dani Sirera, que pedía el desalojo de las tiendas de campaña de la calle 2 de Zona Franca.
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