Durante mucho tiempo, el oasis de Khaybar fue reconocido por sus castillos islámicos y por sus campos fértiles, que destacaban como una mancha verde en medio del paisaje volcánico del noroeste de Arabia Saudí. Sin embargo, bajo esa estampa se escondía una historia mucho más antigua. Estudios arqueológicos parecen demostrar que Khaybar ya era una ciudad protegida por murallas hace miles de años y que estuvo habitada desde el Neolítico.
La civilización que vivió entre arena y lava
Dos estudios, publicados en las revistas científicas Journal of Archaeological Science: Reports y PLOS ONE, nos hablan acerca de la desconocida ciudad de Khaybar y de uno de los hallazgos más llamativos: una muralla ciclópea de más de 14 kilómetros de longitud, construida entre el 2250 y el 1950 a.C.
Y antes de continuar, es interesante contar el porqué de esa denominación de ciclópea. Se llaman así las construcciones creadas con enormes bloques de piedra, colocados sin apenas aglutinante y encajados unos con otros por su propio peso. Y es que se pensaba, antiguamente, que solo los cíclopes podían mover piedras tan grandes.
Sabemos que la fortificación se levantó con piedra volcánica y adobe, que llegó a alcanzar unos cinco metros de altura y que rodeaba un área de más de 1.100 hectáreas. Sería una de las mayores fortificaciones conocidas en Arabia Saudí durante la Edad del Bronce, aunque no estamos ante una construcción defensiva. Levantar una muralla de ese tamaño solo fue posible gracias a una sociedad bien organizada, capaz de reunir a mucha gente y materiales durante años.
Esto parece probar que en Khaybar ya no vivían grupos nómadas que se movían constantemente, sino una población estable, dedicada a la agricultura y que controlaba el territorio. La muralla protegía los cultivos, marcaba límites y demostraba poder. Pero esto no es todo. También se ha confirmado que la importancia de Khaybar va mucho más allá de esa muralla. Los arqueólogos localizaron más de 500 restos de distintas épocas, que van desde hace unos 9.000 años hasta tiempos muy recientes.
Entre ellos hay casas, corrales para animales, tumbas, estructuras rituales y antiguos campos de cultivo, todos ellos muy bien conservados. Uno de los hallazgos más llamativos son las llamadas avenidas funerarias: caminos que conectaban diferentes zonas del oasis y rodeados de tumbas. Estos caminos parecen formar parte del mismo diseño que las calles internas de la ciudad, lo que parece indicar que la vida diaria, la agricultura y las creencias estaban íntimamente relacionadas.
Vista aérea de una avenida funeraria
Los restos arqueológicos también demuestran que Khaybar estuvo habitada de manera continuada y que se adaptó a cambios en el clima, la tecnología y la sociedad. Muchas construcciones se levantaron reutilizando materiales de épocas anteriores, lo que indica que las comunidades no abandonaban el lugar, sino que lo transformaban con el paso del tiempo.
Durante miles de años, Khaybar fue testigo de casi toda la historia de Arabia Saudí, desde los primeros pastores del Neolítico hasta la expansión del islam. Gracias a este oasis, podemos conocer que el desierto no fue un lugar vacío, sino un espacio donde surgieron sociedades complejas. Y existe una historia realmente antigua, que estaba escondida bajo la lava y la arena.

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