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El ensordecedor zumbido que salía de la azotea llevaba tiempo alterando la rutina de los vecinos de un edificio de Granada hasta que llamaron a un apicultor, que localizó una enorme colmena con más de 100.000 abejas que llevaban unos siete años zumbando en secreto.
Comenzaba entonces la complicada tarea para retirar el enjambre. Para llegar hasta ellas tuvo que tirar cuatro muros.
Después, con un aspirador y movimientos suaves para no alterarlas, poco a poco quitó los miles de insectos y se llevó los panales para aprovechar la miel.
La reina buscó cobijo en el edificio al encontrar un hábitat más seguro en la ciudad, lejos de los pesticidas de los campos de cultivo.
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