Hace unas pocas semanas se vivió uno de los grandes descubrimientos para los amantes de la Historia: el hallazgo de una tumba de nada menos de 16 toneladas, repleta de tesoros, dentro del mausoleo del primer emperador chino, Qin Shi Huang. Un descubrimiento que ha permanecido sorprendentemente ajeno a los ladrones de tumbas durante más de 2.200 años, pero que los especialistas no se atreven ahora a abrir por un peculiar motivo.
La tumba se ha encontrado en el famoso Mausoleo del Primer Emperador Qin, Qin Shi Huang, quien gobernó del 221 al 210 a. C. La tumba está custodiada por los famosos Guerreros de Terracota de Xi’an, una de las Cuatro Grandes Capitales de la antigua China -descubiertos por un agricultor en 1974.
Sin embargo, Aunque los arqueólogos exploraron la zona, nunca abrieron la tumba, y por una poderosa razón: los posibles daños que la excavación pueda causar a la tumba, pudiendo perder información histórica vital. Actualmente, solo se pueden utilizar técnicas arqueológicas invasivas para acceder a la tumba, con un alto riesgo de causar daños irreparables. Las condiciones del suelo hacen que la conservación de cualquier resto orgánico suponga un serio desafío.
Uno de los ejemplos más claros de esto proviene de las excavaciones de la ciudad de Troya en la década de 1870 realizadas por Heinrich Schliemann. Por las prisas en querer obtener la máxima información posible y la falta de medios, Schliemann y su equipo logró destruir casi todo rastro de la misma ciudad que se había propuesto descubrir. Los arqueólogos están seguros de no querer impacientarse y cometer los mismos errores de nuevo.
Además, según IFL Science, los arqueólogos no sól creen que causará daños, sino que también hay rumores de trampas mortales que podrían matar a intrusos curiosos, como la presencia de mercurio líquido entre las grietas.
Por lo que se ha podido conocer hasta el momento gracias a los textos históricos que se conservan, la tumba en cuestión podría pertenecer al príncipe Gao, uno de los 50 hijos reconocidos del emperador. Tras una brutal lucha de poder tras la muerte del emperador, se dice que el legendario príncipe Gao pidió voluntariamente que lo mataran para unirse a su padre en el más allá, y es posible que el ataúd de 16 toneladas recientemente excavado le pertenezca, aunque esto sigue siendo una hipótesis.
Si ésta es realmente la tumba del príncipe Gao, sería uno de los raros casos en que la arqueología confirma una leyenda china.
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