Esta ruta de dificultad media te hará conectar con la Galicia más auténtica y, a la vez, contigo mismo.

Galicia es un universo en sí mismo, y de eso te das cuenta nada más poner un pie en tierras gallegas; sus playas tienen una personalidad propia, a través de sus acantilados parece que se acaba el mundo, su gastronomía te eleva a otra dimensión y su gente… ¿Qué decir de su gente? Sin embargo, hay un pequeño detalle que es lo que siempre me ha atrapado de Galicia, y es la cantidad de rutas y senderos que te puedes encontrar en los que disfrutar de ese microuniverso.
El camino de la felicidad
La Meigha Lirea es una ruta circular de aproximadamente 10 kilómetros y duración de 3 horas, con dificultad media, la cual se puede completar sin prisas en una mañana o tarde tranquila. El punto de partida está en la aldea de Lires, junto a la iglesia de Santo Estevo; ahí comienza una aventura de unas horas que te hará enamorarte (un poco más) de Galicia.
El sendero arranca cruzando el Puente Viejo sobre el río Xallas, y luego asciende suavemente por caminos forestales entre pinares, matorral y helechos que pintan un verde profundo. Durante el trayecto se comparten tramos con el Camino de Santiago hacia Fisterra y con la octava etapa del Camino dos Faros.

Al ganar altura, la ruta se asoma a acantilados imponentes sobre el océano Atlántico. Uno de los puntos más emblemáticos es Punta do Narís, un mirador natural desde donde el mar parece una alfombra azul infinita, las olas rompen contra peñascos y el viento canta libremente entre las rocas. También pasarás por una pequeña cascada llamada Mexadoira, que cae directamente al mar, y ese contraste entre salto de agua verde y ola azul aporta un efecto más pintoresco que cualquier filtro en redes; créeme, te va a encantar.
Playas turquesas que llegan sin aviso
Desde el Mirador de Padrís tenemos una panorámica impresionante de la Playa do Rostro, una cala solitaria, salvaje y con aguas que adquieren tonos turquesas cuando brilla el sol. No es apta para nadar por el fuerte oleaje, pero la clave está en observar en silencio admirando su pureza y entorno. Toda la ruta parece un cuento de fantasía, pero esta parte es una delicia.

El recorrido final bordea la ría de Lires, un estuario con gran valor ecológico, ideal para observar aves y disfrutar de la calma. Allí termina la ruta de retorno, entre vegetación húmeda y reflejos del cielo en el agua.
Un itinerario que respira Galicia auténtica

Si buscas una experiencia que combine acantilados, playas intactas y una conexión real con el territorio, esta ruta debería estar en tu lista. Aquí se camina en conexión con la naturaleza, respirando y descubriendo lo bonito que son las costas gallegas. La ruta Meigha Lirea es uno de esos senderos que merecen un aplauso al final… o, simplemente, un silencio largo contemplando el océano.
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