No era una ola, aunque lo parecía. Durante unos minutos, la costa norte de Portugal vivió una escena desconcertante: una «nube tsunami». Una masa nubosa, densa y alargada, emergió desde el Atlántico con el aspecto de un muro en movimiento. Avanzaba sobre el mar como si el cielo arrastrara su propia marejada.
Nadie avisó de que algo así fuera a ocurrir. A eso de las cinco de la tarde, cuando muchos buscaban sombra por el calor extremo, una estructura horizontal oscureció el horizonte y se movió rápido hacia la orilla. No trajo lluvia. Ni rayos. Pero levantó viento, hizo que la arena flotara en suspensión y que el murmullo habitual de las playas se transformara en asombro —y algo de miedo.
No era una amenaza, aunque impuso respeto
Quienes lo grabaron lo hicieron en silencio. O con frases atropelladas. «¿Eso qué es?», se oye en varios vídeos. Lo cierto es que la escena parecía una ola colosal, y durante algunos segundos no fue fácil descartar que lo fuera.
Pero no. Lo que ocurrió fue otra cosa. Algo poco común, aunque no desconocido. Una nube rodante, o volutus, tal y como confirmó más tarde el Instituto Portugués del Mar y de la Atmósfera (IPMA). Una formación tubular que se genera cuando una masa de aire cálido y húmedo asciende con rapidez, obligada por otra más fría y densa que llega desde el mar.
El contraste entre el agua del océano y el aire sobre tierra firme —sobre todo en días como este, de más de 40 grados— hace el resto. Y el resultado es eso: un cilindro de nubes que se mueve sin tocar el suelo, impulsado por corrientes horizontales.
La atmósfera como espectáculo
Las imágenes fueron especialmente impactantes en playas como Póvoa de Varzim, Figueira da Foz o Vila do Conde. En algunas zonas, la nube llegó a tapar por completo el sol. Hubo quien recogió la toalla y se marchó sin entender muy bien qué estaba pasando. Otros permanecieron quietos. Observando.
A su paso, el viento se hizo notar. No era una tormenta, pero sí lo suficientemente incómodo como para levantar papeles, sombrillas mal clavadas y dejar a más de uno con arena en los ojos. En poco más de cinco minutos, todo había cambiado. En otros cinco, volvía la calma.
«Nube tsunami» en Portugal: escaso pero documentado
La Organización Meteorológica Mundial no lo incluyó en su atlas oficial hasta 2017. Desde entonces, se le conoce como volutus y se asocia sobre todo a regiones costeras con fuerte contraste térmico. Australia es un ejemplo frecuente. Portugal, no tanto.
El meteorólogo Mário Marques explicó que, aunque ocasional, este tipo de nube puede aparecer en la península si se dan las condiciones precisas. No representa un riesgo, pero su apariencia es tan poco habitual que, vista desde tierra, puede parecer cualquier cosa. Incluida una amenaza.
Verano extremo, cielo inesperado
La ola de calor que atraviesa Portugal estos días ayuda a entender por qué ocurrió lo que ocurrió. El calor en superficie, unido al aire frío marítimo, activó una mecánica atmosférica precisa. Y lo que dejó no fue una alerta, pero sí una escena. Un cielo que se movía como el mar.
Muchos lo llamaron tsunami de nubes, aunque la comparación no sea meteorológicamente exacta. Pero si uno estaba allí, y vio lo que vio, es difícil no entender el apodo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario