Difícil encontrar lugares secretos en la que, sin duda, es una de las zonas favoritas de los viajeros que visitan Portugal. Y es que, a pesar del auge de otras regiones que han comenzado a atraer todas las miradas, como pasa con el Alentejo, el Algarve sigue siendo el rey.
Y no lo decimos nosotros (que también), sino los más de cinco millones de viajeros anuales que deciden pasar allí sus vacaciones y que están llevando al destino a alcanzar cifras récord, según datos de la Oficina de Turismo del Algarve.
El destino de moda de Portugal
Desde que se puso de moda (y de esto han pasado ya un par de décadas), las paradisíacas playas del Algarve están en el centro de todas las miradas. Arena fina y dorada, aguas de un intenso azul turquesa y un paisaje de acantilados rocosos que parecen asomarse al abismo junto al mar. Imposible no asombrarse cuando esta maravilla de la naturaleza se ve de cerca por primera vez.
Ese es el escenario de una de las rutas de senderismo más espectaculares de Portugal, y de Europa. Lo es incluso por el nombre: Percurso dos Sete Vales Suspensos. O lo que es lo mismo: la ruta de los Siete Valles Suspendidos.
Una ruta de senderismo fácil y familiar
Una propuesta de senderismo, fácil y familiar (aunque no lo parezca por el nombre), la ruta de los Siete Valles Suspendidos permite ver algunos de los rincones más significativos del Algarve portugués, desde sus preciosas y fotogénicas playas, a cuevas, algares y hasta un faro, pero de manera diferente: desde la parte alta de los vertiginosos acantilados que dibujan la costa del Algarve.
Y sin riesgos, porque a pesar de la verticalidad de la propuesta, no es necesario hacer rapel ni nada parecido. Con unas zapatillas de montaña, ropa cómoda y crema solar, se puede hacer con facilidad.
Las playas más bonitas del Algarve
De hecho, la praia da Marinha está considerada como una de las diez playas más bonitas de Europa, y una de las más hermosas del mundo. En ella se puede hacer una de las fotografías más icónicas el Algarve: el doble arco natural de piedra caliza con una sinuosa forma de corazón.
Siguiendo adelante, se llega a otro de los lugares más espectaculares: la cueva de Benagil, aunque solo se puede ver desde arriba, porque a la cueva solo se puede acceder en kayak. Lo que sí se puede hacer es bajar hasta la playa que hay al borde de los acantilados.
Justo al lado, y siguiendo la ruta, se encuentra la praia do Carvalho, otra de las playas más famosas del Algarve. Y eso que solo se puede acceder a través de unas escaleras que atraviesan un túnel natural excavado en la roca.
Un faro de más de 20 metros de alto
La ruta continúa hacia el Faro da Alfanzina, uno de los seis faros que hay en el sur de Portugal. También se le conoce como Faro de Carvoeiro, tiene 23 metros de alto y se puede visitar. Esta zona es una de las más bonitas de la ruta: el litoral por el que serpentea el sendero sin abandonar la parte alta de los acantilados de repente se corta por un profundo valle que hace años fue, en realidad, la desembocadura de un río.
La última parada es la praia do Vale da Centeanes, situada al abrigo de paredes de roca calcárea: se accede bajando por unas escaleras de madera que llegan hasta la orilla de esta preciosa cala. Después de unas seis horas de caminata, el baño es casi obligatorio. Y todo un placer.

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