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Hay historias en cada rincón del país. Hasta en los lugares más conocidos. Sin ir más lejos, en la famosa sierra de Collserola de Barcelona hay un desconocido santuario cuya pasado es, cuanto menos, inquietante.
Conocido con el nombre de Can Cerdà, aquí se oculta un pequeño templo conocido como el Lourdes de Cataluña. Hasta aquí también peregrinan devotos y es que, hace medio siglo que la virgen se apareció aquí. O eso dicen.
Todo comenzó el 8 de noviembre de 1974, cuando una vecina del barrio barcelonés de Horta, Josefa “Pepita” Pugés, afirmó haber visto a la Virgen sobre un árbol caído en una finca del entorno rural de Collserola.
Según su relato, la aparición le pidió que acudiera al lugar los días 11 de cada mes para rezar el rosario. Aquella fecha marcó el inicio de un fenómeno de masas que, durante dos años, transformó un paraje entonces casi desconocido en un improvisado centro de peregrinación.
Una historia particular
La fama del lugar se extendió rápidamente. En 1975 y 1976, miles de personas acudían cada mes a Can Cerdà, movidas por la curiosidad o la fe.
En algunos encuentros, las concentraciones superaron las 4.000 personas, provocando atascos en la carretera que une Horta con Cerdanyola. Los asistentes aseguraban haber presenciado luces extrañas, escuchado cánticos o sentido “presencias espirituales”.
La Virgen de Lourdes de Barcelona DEVOTOS DE LOURDES
Los fieles comenzaron a llamar al sitio “el Lourdes barcelonés”, tanto por la similitud del mensaje como por la revelación de Pepita Pugés: aseguró que la Virgen había bendecido un manantial. De esa fuente, decían los seguidores, emanaba un agua con propiedades curativas.
Durante meses, familias enteras acudieron con botellas para recoger aquel líquido. Algunos incluso relataban sanaciones o mejoras inexplicables, aunque la Iglesia nunca reconoció oficialmente esos testimonios.
Ante el creciente revuelo, el Arzobispado de Barcelona abrió una investigación y, en 1976, bajo el mandato del cardenal Narcís Jubany. Los datos, por eso, fueron algo decepcionantes para los devotos.
El nuncio aseguró en su día que no existían indicios suficientes para considerar sobrenaturales las apariciones. Las peregrinaciones quedaron tocadas. El fenómeno empezó a declinar. Aunque no está todo perdido.
Fieles devotos
La devoción nunca desapareció del todo. En los años siguientes, se consolidó un pequeño grupo de creyentes que siguió reuniéndose el día 11 de cada mes para rezar el rosario.
Con el tiempo, se levantó una capilla dedicada a la Virgen de Lourdes, que fue inaugurada el 11 de febrero de 2001, coincidiendo con la festividad de esa advocación mariana.
El lugar se mantuvo como un punto de recogimiento y oración, aunque muy discreto. La situación, de hecho, empieza a preocupar a sus fieles.
En los últimos años, los visitantes denuncian el deterioro progresivo del recinto: el manantial sigue cerrado al público, el vía crucis está en mal estado y los accesos presentan un notable abandono.
Medio siglo de la 'Lourdes barcelonesa'
A pesar de ello, todavía hay fieles que acuden con regularidad. Ellos organizaron el pasado enero de 2025, una peregrinación con misa y rezo del rosario con motivo del 50º aniversario de las apariciones.
Varias fuentes apuntan que medio centenar de personas acudieron al lugar para mantener viva una tradición que, aunque silenciada, no ha desaparecido del todo.
Cómo llegar
Para cercarse allí hay que ir con cuidado. La zona no está muy bien conservada, aunque en el fondo es fácil llegar. Se va por la carretera BV-1415, que une el barrio de Horta (Barcelona) con Cerdanyola del Vallès atravesando el Parc Natural de Collserola.
Desde Barcelona, la ruta más directa parte de la ronda de Dalt (B-20), salida 4 (Horta), siguiendo las indicaciones hacia la carretera de Cerdanyola. A unos 8 kilómetros, tras pasar el collado de la Vallençana, se encuentra un desvío señalizado hacia el recinto de Can Cerdà, donde hay una pequeña zona de aparcamiento.


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