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Uno de los burgos más bonitos del país transalpino.

En lo alto de una colina calabresa, en un rincón del sur de Italia donde se guarda intacta el alma de una historia milenaria, nos topamos con Gerace, un pueblo medieval excepcional que se asoma al mar Jónico frente a las costas de Locri.
Gerace está considerada una de las aldeas más bonitas de toda Italia y no es para menos. La imagen del núcleo histórico enclavado en lo alto de una colina asombra a todo aquel que lo domina con la vista por primera vez, con las murallas y el antiguo castillo normando sobresaliendo en una especie de acrópolis que forma una postal de gran belleza.
Situada a más de 500 metros de altitud pero sin perder en la lontananza la presencia del mar Jónico, que se puede admirar desde la misma Gerace, se trata de un lugar que ha sabido conservar, como en pocos sitios, su herencia pasada. Pasear por sus callejuelas empedradas, flanqueadas por innumerables iglesias, palacios nobiliarios y casas antiguas, es como sumergirse en un sueño museístico, pero con la certeza de hallarse ante una realidad patrimonial auténtica y plausible.

Gerace es un destino que invita más a la contemplación que a la prisa; un rincón en el que el tiempo parece haberse detenido justo cuando Europa salía de la Edad Media. La historia de este burgo es tan accidentada como la roca sobre la que se asienta. Según la leyenda, su fundación se remonta a hace más de un milenio, cuando los habitantes de la cercana Locri huyeron tierra adentro para escapar de las invasiones sarracenas y fueron guiados por un halcón hasta este mismo punto; un animal del que parece ser que deriva su nombre, en honor a esta peculiar historia.
Desde entonces, la población ha servido como lugar de encuentro de diferentes culturas, que han dejado su impronta en la fisionomía medieval de la parte histórica o a través de sus monumentos. El más destacado de todos ellos es, sin lugar a dudas, su catedral, la más grande de Calabria. Un templo cuyo origen se remonta al siglo X y que es el legado más simbólico de las más de 100 iglesias con las que llegó a contar la población antiguamente.

Un lugar para disfrutar a ritmo lento
Los diferentes núcleos que conforman Gerace junto con su centro histórico, Piana, Borguetto y Borgo Maggiore, tienen una característica común, el ambiente tranquilo y sosegado que invita al paseo tranquilo, al silencio y a olvidarse de los planos mientras se deambula por sus calles guiados siempre por la referencia de la parte alta.

A diferencia de otros pueblos turísticos italianos incluidos entre los más bellos del país, aquí no hay multitudes, ni tiendas de souvenirs en cada esquina. En su lugar, hay pequeños talleres y una conexión profunda con una Italia que se resiste a ser domesticada por el tiempo. Para el viajero que busca autenticidad, Gerace ofrece un raro equilibrio entre historia, paisaje y vida cotidiana. No es un museo al aire libre ni un decorado, sino un pueblo vivo con una conciencia clara de su valor y de su singularidad.
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