sábado, 16 de agosto de 2025

Canal Viajar : La cascada de los salmones

 



Durante siglos, el salmón atlántico ha remontado estas aguas con una determinación que trasciende lo biológico para convertirse en puro instinto geográfico. Su viaje en esta zona de Cantabria fue directo durante mucho tiempo, sin más obstáculos que los naturales. Pero todo cambió cuando los hombres comenzaron a construir sus presas y sus muros de hormigón partieron en dos la memoria del río. Hoy hay ascensores y escaleras fluviales para tratar de recuperar la presencia de estos navegantes que sienten la urgencia del retorno. Ahora hay dos caminos, el de los salmones y el de los hombres que siguen el curso del río.

COMO SALMONES

Y como salmones, nosotros también vamos a ir río arriba para encontrar nuestro lugar favorito. No para desovar, claro está; pero sí para disfrutar de una de las cascadas de Cantabria más bellas, la cascada de Camijes. Para dar con ella, hay que seguir la Senda Fluvial del Nansa a lo largo de los 15 kilómetros de río que guarda la memoria del retorno. El itinerario coincide parcialmente con el Camino Lebaniego, superponiendo peregrinajes: el religioso y el natural.

Desde Muñorrodero, las flechas marcan el inicio de nuestro camino sin separarnos nunca del río en todo el trazado. Las primeras pasarelas aparecen para acompañar al río sin interrumpirlo. También encontramos unos pocos escalones que los pescadores tallaron directamente en la piedra para hacer más fácil el acceso a los cotos de pesca. No hay que olvidar, tal como destacan los técnicos de Red Cántabra de Desarrollo Rural que “el itinerario se encuentra estrechamente ligado a la pesca del salmón atlántico”.

El bosque de ribera se agolpa sobre el sendero con la espesura de una catedral vegetal: alisos, fresnos, sauces, laureles y madroños se suceden. Entre las copas, el martín pescador pone el azul. Hay que caminar pendientes de avistar algún mirlo acuático: son símbolo de protección y guía ―su presencia siempre indica que estamos en el camino correcto―.

El agua ha esculpido cañones estrechos donde la luz llega filtrada, creando una penumbra verde que envuelve cada paso. Las pasarelas de madera se integran en este paisaje acentuando la belleza, permitiendo el tránsito. La Cueva del Rejo aparece como un paréntesis en la roca, hogar de 500 murciélagos que han convertido esta especie de "Baticueva" en Lugar de Importancia Comunitaria. Su acceso está restringido: no todo territorio debe ser accesible para ser valioso.

LA CASCADA FINAL

El sendero se va adentrando en tramos donde el Nansa muestra su temperamento real, que va de las corrientes rápidas a los remansos profundos y las pozas naturales que invitan al baño en los meses cálidos. Cada curva del río nos revela nuevas perspectivas del paisaje, mientras se puede rastrear en algunos puntos las trochas originales de los pescadores. Pasada la central hidroeléctrica de Trascudia, el mirador del Poeta ofrece una pausa contemplativa antes del tramo final. El puente de Tortorio anuncia la proximidad de Camijanes, donde el recorrido alcanza su clímax acuático.

La Cascada de la Central Hidroeléctrica de Camijanes marca el punto final de nuestro camino. El salto de agua cae entre paredes rocosas modeladas por la erosión. Es una bucólica postal fluvial. Las cascadas siempre cambian para permanecer igual. Ahora los salmones continúan su ancestral viaje. La Senda Fluvial del Nansa demuestra que todo camino es una enseñanza.




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