lunes, 16 de diciembre de 2024

Una llamarada solar extrema podría azotar la Tierra. Es un fenómeno más normal de lo que se pensaba

 


Las llamaradas solares extremas, conocidas como superexplosiones, son eventos catastróficos que podrían tener consecuencias devastadoras para nuestro planeta. Un nuevo estudio ha encendido todas las alarmas al revelar que estos fenómenos son mucho más frecuentes de lo que se pensaba: aproximadamente una vez cada siglo, el Sol libera una cantidad de energía equivalente a 16 trillones de bombas atómicas detonando a la vez.La investigación, publicada en la revista Science, analizó más de 56.000 estrellas similares al Sol durante un período de cuatro años. Los resultados son preocupantes: se detectaron 2.889 superexplosiones en 2.527 estrellas, lo que sugiere que estos eventos son mucho más comunes de lo que se estimaba anteriormente, cuando se pensaba que ocurrían cada mil o diez mil años.

El impacto de las superexplosiones solares podría ser devastador para la Tierra

La amenaza es real y los satélites ya están experimentando los efectos de la actividad solar. Para comprender la magnitud del peligro, basta recordar la tormenta solar de 1859, que provocó el colapso de la red telegráfica en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, aquella tormenta solo liberó una centésima parte de la energía que produce una superexplosión.El estudio reveló que el Sol alcanzó su punto más violento en el año 775 d.C., con hasta ocho eventos solares extremos adicionales documentados en los últimos 12.000 años. Los investigadores llegaron a estas conclusiones analizando troncos de árboles antiguos y hielo glaciar, que conservan evidencias de estos eventos en forma de átomos radioactivos.Los cambios dramáticos en la actividad solar han sorprendido a los científicos. El Dr. Valeriy Vasilyev, autor principal del estudio, expresó su asombro ante la frecuencia de las superexplosiones en estrellas similares al Sol. Aunque nuestro campo magnético nos protege de la radiación severa, los expertos advierten que otra explosión solar de esta magnitud podría tener graves consecuencias.

La buena noticia es que la comunidad científica está trabajando en sistemas de alerta temprana. La sonda Vigil de la ESA, cuyo lanzamiento está previsto para 2031, podría ayudar a predecir estos eventos y mitigar sus efectos sobre nuestra infraestructura terrestre y espacial. Mientras tanto, los científicos continúan estudiando estos fenómenos para comprender mejor su comportamiento y frecuencia.

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