Una frecuencia cardíaca en reposo normal para los adultos oscila entre 60 y 100 latidos por minuto.
Para conocer si la tuya lo es solo necesitas medirte el pulso. Para tomarlo en la muñeca, pon 2 dedos entre el hueso y el tendón sobre la arteria radial, que se encuentra en el lado del pulgar de la muñeca. Cuando sientas el pulso, cuenta el número de latidos en 15 segundos. Multiplica ese número por 4 para calcular tus latidos por minuto.
Una frecuencia cardíaca demasiado alta o baja puede indicar un problema subyacente. Si está constantemente por encima de 100 latidos por minuto (taquicardia) deberías consultarlo con un médico.
Por lo general, una frecuencia cardíaca más baja en reposo implica una función cardíaca más eficiente y un mejor estado físico cardiovascular. Por ejemplo, indica la Mayo Clinic, en un atleta esta puede colocarse en torno a los 40 latidos por minuto.
Pero si no eres un deportista asiduo y tu frecuencia cardíaca en reposo está por debajo de 60 latidos por minuto, lo que se conoce como bradicardia, también deberías comentarlo con un médico, sobre todo si tienes síntomas, como desmayos, mareos o dificultad para respirar.
"La bradicardia en sí no es una patología", apunta la especialista en Cardiología del Hospital Vithas Nuestra Señora de América, Ana Alegría, "si bien puede ser reflejo de ciertos problemas que conviene descartar".
Causas de la bradicardia
El corazón normal tiene 4 cavidades: 2 superiores (aurículas) y 2 inferiores (ventrículos). Dentro de la aurícula derecha hay un grupo de células que se llama nódulo sinusal. En palabras de la Mayo Clinic, el nódulo sinusal es el marcapasos natural del corazón. Produce la señal que inicia cada latido del corazón. La bradicardia se produce cuando estas señales se hacen más lentas o se bloquean.
Como matiza Alegría en Infosalus, esto puede deberse a una frecuencia de latidos algo menor de lo habitual de forma heredada. Otras causas incluyen el ejercicio, medicamentos, algunas enfermedades sistémicas o generalizadas o la presencia de algún problema eléctrico cardíaco, como bloqueos o disfunción sinusal.
Cambios en el tejido del corazón a causa del envejecimiento, enfermedades inflamatorias, hipotiroidismo, apnea obstructiva del sueño o un desequilibrio de sustancias químicas en la sangre, como el potasio o el calcio, pueden estar asimismo detrás de ello, añade la clínica.
Por otro lado, cualquier cosa que aumente el riesgo de problemas cardíacos puede potenciar el riesgo de bradicardia. Entre estos factores se incluyen:
- Edad avanzada
- Presión arterial alta
- Fumar
- Consumo excesivo de alcohol o drogas
- Estrés y ansiedad
¿Cuándo deberías preocuparte?
La presencia de cualquier síntoma fuera de lo normal, sobre todo mareos o pérdida de conocimiento, no debe pasarse por alto, advierten los especialistas. Dolor en el pecho, confusión mental o dificultad para respirar son otros signos que también deben preocupar.
Tener unas pulsaciones por debajo de las 60 por minuto no tiene por qué ser algo peligroso. De hecho ya se ha enfatizado que suele ser una característica en personas que hacen mucho ejercicio. De ahí que exista el término bradicardia del deportista.
Esta no provoca síntoma alguno en el deportista y al realizar ejercicio físico la frecuencia cardíaca aumenta con la actividad física, lo que no impide un adecuado rendimiento deportivo
Desde la Fundación Española del Corazón animan en cambio a consultar con un experto en salud cuando el rendimiento se ve afectado (por ejemplo cansancio rápido durante la actividad física). Si percibes que tu frecuencia cardíaca máxima ya no es lo que era, puede ser un dato que "esté alertando de un sobreentrenamiento", apuntan.
No obstante ante cualquier duda merece la pensa consultarlo con un experto. Un electrocardiograma puede ayudar a determinar si se trata de una adaptación al deporte o una patología, pudiendo ser necesario en caso de duda un estudio con Holter ECG, informa la fundación.