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Descubre una de las villas más impresionantes de Francia con un castillo que gobierna el precioso entorno.

Decenas de dragones sobrevuelan un castillo de piedra en lo alto de una colina, mientras príncipes y princesas se pasean por las almenas y van de torre a torre preocupados por las guerras venideras. Una historia de este tipo podría ambientarse en muchas villas europeas que, por su origen medieval, guardan características propias de aquella época y, con ellas, una belleza que sobrepasa los límites de la imaginación.

Cruzar la frontera es más que suficiente para descubrir una de las joyas más impresionantes del sur Francia: Rocamadour, un pueblo que bien podría haber sido sacado de un cuento de hadas. Excavado en un ancantilado de roca caliza, esta villa de apenas 630 habitantes se alza sobre el río Alzou en mitad de la región de los Pirineos. Solo el Mont Saint Michel supera a este destino entre los más frecuentados del país.
Un pueblo conservado a la perfección
Desfiando las leyes de la gravedad, sus casas parecen emerger de la propia roca, así como su imponente castillo en lo más alto de la montaña. La entrada a la villa es por la puerta fortificada du Figuier, a través de la cual se accede a la rue de la Couronnerie. A pesar de ser la única calle de Rocamadour, está repleta de tiendas, restaurantes y un ambiente que, aunque tranquilo, da una sensación de viveza más allá del ambiente medieval.

Para llegar hasta el castillo se han de subir unas escaleras que parecen interminables y que dejan sin aliento incluso al más deportista. Es uno de los máximos atractivos de la villa, pero su interior no puede visitarse, ya que es de propiedad privada. Lo que sí se puede recorrer son sus murallas, cuyos lugares habilitados para el paso permiten al visitante disfrutar de unas vistas privilegiadas al jardín de la fortaleza.
Importancia religiosa
Que otro de los lugares más populares sea el Santuario de la Virgen Negra no es ninguna casualidad, puesto que Rocamadour ha sido un destino de peregrinación desde el siglo XII, albergando reliquias religiosas de un gran valor. Más escaleras esperan al peregrino que quiera acceder a este lugar de culto. Deberá ascender un total de 216 peldaños cuya meta es una explanada salpicada de ocho iglesias y capillas.

La Virgen Negra es la patrona de los marineros, aunque parezca una paradoja ya que su santuario se encuentra en un lugar muy alejado del concepto de mar. En el interior de la capilla hay una figura de madera de esta virgen, además de otras decoraciones de motivos religiosos y ofrendas relativas a la navegación -como maquetas de barcos- que llaman la atención también de los ateos.

El pequeño tamaño de Rocamadour no ha podido evitar que se conserve como uno de los tesoros más preciados de Francia. La naturaleza y la arquitectura medieval, así como la riqueza histórica y religiosa, han hecho de esta villa un destino de ensueño y con un encanto que no pretende desaparecer con el tiempo.
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