martes, 8 de abril de 2025

Jurassic Park' ya es una realidad: consiguen revivir a un lobo gigante que vivió hace miles de años

 


Estos animales eran hasta un 25 % más grandes que los lobos grises y tenían un pelaje claro y grueso y unas mandíbulas más fuertes.

Desextinguir al mamut. Parecía un objetivo más propio de películas de ciencia ficción como Jurassic Park que de la realidad genética que impera hoy en día. Sin embargo, este momento estaría más cerca de lo que pensamos. La empresa estadounidense Colossal Biosciences continúa dando pasos de gigante en su objetivo de 'revivir' a varias especies extintas hace miles de años. Si el pasado marzo la empresa compartió la creación de ratones lanudos a partir de genes de los mamuts, ahora la entidad habría conseguido desextinguir al lobo huargo, que habitó nuestro planeta hace 12.500 años.

Conocido como el lobo «terrible» y siendo un símbolo de renombres gracias a la adaptación en Juego de Tronos, este animal era devuelto a la vida, convirtiéndose así en el primer animal «desextinto» de la historia, según informó Colossal Biosciences.

La compañía ha conseguido dar vida a Rómulo y Remo, dos cachorros de seis meses que han sido creados a través de modificaciones genéticas derivadas de ADN hallado en fósiles de hace entre 11.500 y 72.000 años, indicó hoy Colossal en un comunicado.

La entidad, que calificó este proceso como la primera desextinción exitosa, explicó que editó 20 genes de lobos grises con este ADN –procedente de un diente de 13.000 años y un cráneo de 72.000– para otorgar a los cachorros algunas de las principales características de los lobos «terribles».
Fotografía cedida por la empresa Colossal Biosciences de los dos cachorros de lobo huargo, Rómulo y Remo, de un mes de edad nacidos el 1 de octubre de 2024

Fotografía cedida por la empresa Colossal Biosciences de los dos cachorros de lobo huargo, Rómulo y Remo, de un mes de edad nacidos el 1 de octubre de 2024EFE

Posteriormente, crearon embriones a partir de las células modificadas del lobo gris y los implantaron en hembras caninas que dieron luz a estos animales.

Colossal también ha creado un cachorro hembra de este animal al que ha bautizado como Khaleesi, el nombre de la protagonista de Juego de Tronos.

Rómulo, Remo y Khaleesi están siendo cuidados en una reserva ecológica certificada por la American Humane Society que incluye zonas de interacción y que está vigilada por cámaras sen directo, personal de seguridad y drones para garantizar el bienestar de los cachorros.

Fotografía cedida por la empresa Colossal Biosciences de los dos cachorros de lobo huargo, Rómulo y Remo, de un mes de edad nacidos el 1 de octubre de 2024

Fotografía cedida por la empresa Colossal Biosciences de los dos cachorros de lobo huargo, Rómulo y Remo, de un mes de edad nacidos el 1 de octubre de 2024EFE

Los lobos «huargos» vivían en el continente americano durante el Pleistoceno hace entre 3,5 y 2,5 millones de años y se extinguieron al final de la última glaciación, hace unos 13.000 años.

Según Colossal, estos animales eran hasta un 25 % más grandes que los lobos grises y tenían un pelaje claro y grueso -que han recreado en estos animales- y unas mandíbulas más fuertes.


Descubren un altar nunca antes conocido en antigua ciudad maya de Tikal, en Guatemala

 



El Gobierno de Guatemala ha anunciado "un importante hallazgo" en la antigua ciudad maya denominada Tikal, en el norte del territorio, donde fue descubierto un "altar decorado con murales teotihuacanos", una cultura procedente del actual México.

El descubrimiento "confirma la interacción sociopolítica y cultural entre los mayas y Teotihuacán", según detalló en conferencia de prensa el doctor Édwin Ramírez, en el Palacio Nacional de la Cultura, sede del Gobierno.

De acuerdo al Ministerio de Cultura guatemaltecoel hallazgo se logró "tras la excavación de una serie de túneles" y "representa la prueba más contundente de la interacción entre ambas culturas".

El descubrimiento forma parte del Proyecto Arqueológico del Sur de Tikal (PAST), bajo la dirección de Ramírez.

[[QUOTE:PULL|||Teotihuacan se fundó en el año cero de nuestra era, pero se desconoce de qué civilización provenía y por qué razón desapareció]]

El Gobierno guatemalteco añadió que "los detalles de este descubrimiento serán revelados al mundo" el 8 de abril, mediante la publicación oficial en la revista arqueológica Antiquity.

Por su parte, Lorena Paiz Aragón, investigadora del proyecto, destacó que el hallazgo "es algo único en Guatemala" ya que "no se había encontrado nada parecido" en Tikal, ubicado a unos 500 kilómetros al norte de la Ciudad de Guatemala.

"En eso radica su importancia, porque tiene la influencia de los altares centrales teotihuacanos. Tuvo que haber sido de una familia con fuertes nexos con Teotihuacán o que provenía de allá", recalcó.

Figuras antropomorfas

El altar "presenta figuras antropomorfas con tocados de borla, un rasgo característico de Teotihuacán, reforzando la hipótesis de que este grupo tuvo un papel significativo en la vida política" de Tikal, subrayó el Ministerio de Cultura.

De igual manera, el "hallazgo reafirma la importancia de Tikal como un centro de convergencia en la antigüedad", precisó la misma fuente.

El sitio arqueológico Tikal está ubicado en el departamento (provincia) de Petén, y es considerada una de las antiguas cunas de la ancestral civilización maya.

Teotihuacan, localizado a 40 kilómetros al noreste de Ciudad de México, se fundó aproximadamente en el año cero de nuestra era, pero se desconoce de qué civilización provenía y por qué razón desapareció a partir del año 750, según expertos.






Después del azúcar oculto, ¿dónde se esconden las grasas en la comida ultraprocesada?

 


La comida ultraprocesada, incluso la que se comercializa como libre de azúcares, puede tener grandes cantidades de grasa que pasan desapercibidas

Muchas plantas en poco espacio: siete tipos que puedes cultivar en frascos de agua en casa

Reducir el consumo de azúcar puede tener muchos beneficios para la salud de las personas. Mucha gente piensa en ese sobre de azúcar del café, porque esos granos blancos de azúcar son visibles y evidentes. El problema es otro: el azúcar que se añade durante la fabricación de los alimentos ultraprocesados y que muchas veces no es evidente para los consumidores porque no se encuentra en su forma tradicional. Por ejemplo, ¿sabías que una cuarta parte de una botella de kétchup es azúcar?  

Para complicar más las cosas, el azúcar no siempre aparece con este nombre en la etiqueta, sino que se identifica como jarabe de maíz, sacarosa, glucosa, maltosa, concentrado de zumo de uva, y otros compuestos que, en realidad, son azúcar. Pero el azúcar no es el único alimento que pasa desapercibido. Lo mismo está ocurriendo con la grasa.

Por qué la grasa es necesaria para vender más ultraprocesados

La comida ultraprocesada se basa en tres componentes principales: sal, grasa y azúcar. Estos ingredientes se combinan en las cantidades justas para alcanzar lo que los tecnólogos de los alimentos llaman el bliss point punto del placer, una combinación de sabor, textura y la consiguiente estimulación de los centros de recompensa del cerebro. 

Si falta uno de los componentes, los otros tienen que compensarlo. Las patatas de bolsa son sobre todo grasa y sal, aunque el almidón de la patata, al descomponerse en la boca, produce también una sensación dulce. Un yogur desnatado necesita azúcar o edulcorantes, porque si no, su sabor es mucho menos atractivo. Lo mismo ocurre con esas galletas que tienen “cero azúcares añadidos”. Si miramos la etiqueta, el contenido en grasa es muy elevado.

Cualquier cocinero sabe que la grasa es esencial en la cocina. La grasa afecta en primer lugar a la textura de los alimentos y contribuye a la cremosidad, suavidad y untuosidad de los productos, lo que genera una sensación agradable en la boca. ¿Te gustan las galletitas danesas de mantequilla? La grasa es la que las hace crujientes a temperatura ambiente, y la que contribuye a esa explosión de sabor (del azúcar y la sal que contienen) cuando se funde en la boca. 

Además, las grasas tienen la capacidad de transportar y amplificar los sabores de otros ingredientes, ya que muchos compuestos aromáticos son solubles en grasa. Esto significa que los alimentos ricos en grasa tienden a tener sabores más intensos y complejos. Por un lado, las grasas influyen en la liberación controlada de sabores: al ser más densas y menos volátiles que el agua, permiten que los sabores se liberen más lentamente, prolongando el disfrute del alimento. Por otro, las grasas estimulan receptores específicos en la lengua conocidos como CD36, que se cree que detectan los ácidos grasos y contribuyen a la sensación de saciedad y satisfacción. 

Dónde se esconde la grasa

Si nos preocupa el azúcar que se esconde en alimentos ultraprocesados donde no lo esperamos, debemos ser conscientes de que lo mismo ocurre con la grasa. Podemos pensar que las patatas fritas de bolsa o los aperitivos de maíz, son solo patatas o maíz. En realidad, estos alimentos fritos tienen una tercera parte de grasa en peso. En una bolsa de 100 gramos tendremos 30 gramos de grasa, aproximadamente dos cucharadas y media de aceite.

Las cuentas cambian cuando calculamos las calorías. Las patatas de esa bolsa por sí solas tienen 56 kcal, muy poco en realidad. Sin embargo, en 30 gramos de aceite hay 265 kcal, casi cinco veces más. Veamos esas galletas sin azúcar. Más de la mitad en peso corresponde a la harina y otros cereales, pero un 25% aproximadamente es grasa. En cuatro galletas de 10 gramos cada una estaremos consumiendo 10 gramos de grasa, o lo que es igual, 90 kcal de grasa. 

No siempre esperamos encontrarnos con tanta grasa en los alimentos ultraprocesados. ¿Cereales de desayuno? Dependiendo del tipo, hasta 5 gramos de grasa por cada 100. ¿Pan de molde integral? De 5 a 10 gramos de grasa por cada 100. ¿Barritas de cereales? Unos 7 gramos por barrita, que son 30 gramos de grasa por cada 100. La mayonesa light no está libre de grasa, en lugar de ser tres cuartas partes grasa, es una cuarta parte, lo que sigue siendo una cantidad importante de calorías.

Estas grasas no suelen ser de la mejor calidad. Si leemos la etiqueta, en pocas ocasiones encontraremos aceite de oliva o de aguacate. En su lugar, las grasas más comunes en los alimentos sólidos, como las galletas, son las grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas (grasas trans). Estas grasas se fabrican mediante un proceso industrial que añade hidrógeno a los aceites vegetales para hacerlos sólidos a temperatura ambiente y sustituir a grasas como la manteca o la mantequilla. Son muy económicas y prolongan la vida útil de los alimentos, pero se sabe que aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Un ingrediente común son los aceites vegetales refinados, como el de soja, girasol, maíz o palma. Son baratos y versátiles, pero a menudo se refinan a altas temperaturas, lo que puede alterar su composición, hacer que pierdan nutrientes, y que se oxiden con facilidad. Esto ha llevado a que, de ser considerados saludables, se les empiece a considerar como factor de riesgo para las enfermedades, especialmente cuando se combina su consumo con una deficiencia de omega-3 en la dieta.

Por último, en ocasiones se demoniza a las grasas saturadas, pensando en el tocino o la manteca de cerdo (que por cierto son ricos en ácido oleico, el mismo que hace saludable al aceite de oliva). Sin embargo, en los alimentos ultraprocesados es habitual encontrar una grasa saturada, además, hidrogenada: el aceite de palma. Este aceite se utiliza por su estabilidad a altas temperaturas, algo conveniente a la hora de fabricar galletas, pero contiene un 50% de grasas saturadas. En el caso del aceite de coco, también usado en alimentos ultraprocesados, el porcentaje asciende al 87%. 

La grasa en una galleta o un pastel puede parecer una cantidad pequeña, pero el problema de la grasa oculta, como ocurre con el azúcar, es su ubicuidad. Se encuentra en muchos alimentos que se consumen pensando que no tienen importancia, pero que sumados aumentan significativamente las calorías diarias, y con ello el riesgo de obesidad, enfermedades cardiovasculares y altos niveles de colesterol. Si consumimos en su lugar alimentos frescos y cocinados en casa, tendremos la ventaja de poder hacer visible la grasa en nuestras dietas.







Descubren el origen de nuestro amor por la bollería

 

Nos encantan los carbohidratos: pasta, pan, patatas, arroz, galletas… Pero, si podemos disfrutarlos es porque somos mutantes. No todos los animales son tan eficientes aprovechando estos alimentos y, aunque pueda parecer que no son los más saludables del supermercado, recordemos que, en realidad, los carbohidratos también se encuentran en las legumbres, la leche, frutas… Lo que no estaba tan claro es cuándo nos volvimos tan eficaces digiriendo carbohidratos. ¿Fue con la agricultura? ¿Sucedió antes? ¿Un neandertal podría comerse una hamburguesa de lentejas con chutney de mango? Pues según un estudio que acaba de publicar la revista Science, la respuesta a eso último es: sí, podría.

La investigación en cuestión ha sido realizada por la Universidad de Berkeley y han logrado determinar la antigüedad de las mutaciones que empezaron a transformarnos en el devorador de hidratos de carbono que somos ahora. Los resultados apuntan a que las mutaciones en cuestión comenzaron mucho antes de lo que creíamos, hace, al menos 800.000 años y eso significa que no serían exclusivas de nuestra especie, los Homo sapiens, pues solo tenemos unos 300.000 años. Tuvieron que empezar antes, cuando nuestros antepasados todavía no se habían separado de los antepasados de otros icónicos hominimos: los neandertales y los denisovanos.

La amilasa

Todo este estudio orbita en torno a la amilasa, una molécula capaz de romper los carbohidratos en moléculas más sencillas. De hecho, ese es el primer paso en la digestión del famoso carbohidrato llamado “almidón” y sucede en nuestra boca. El almidón está presente en el arroz, la pasta, el pan…, engorda las salsas y, lo que es más sorprendente, podemos percibir su degradación cuando se encuentra con la amilosa. Introduce un trozo de pan en tu boca y retenlo mientras la saliva actúa. Pasados unos pocos minutos notarás cómo el bocado se va haciendo más dulce. Eso es porque la amilasa está rompiendo al almidón en maltosas que, simplificándolo mucho, son parejas de glucosas unidas entre sí y, como sabemos, la glucosa es un azúcar.

Pues bien, la cantidad de amilasa que somos capaces de producir viene determinada por el número de copias de su gen que hay en nuestro ADN. Cuantos más genes relacionados con la producción de la amilasa haya en nuestro genoma, más produciremos y mejor digeriremos los hidratos de carbono. De hecho, no todos tenemos el mismo número de copias y, entre otros motivos, eso influye en nuestras digestiones. La pregunta es… ¿cuándo se empezó a “copiar y pegar” nuestro gen AMY1 (que así se llama).

800.000 años atrás

Hasta ahora se habían publicado varios estudios que databan algunas expansiones del AMY1 durante los últimos milenios. Por ejemplo, hace unos meses en Nature se publicó que los humanos promedio habíamos pasado de cuatro a siete copias de AMY1 durante los últimos 12.000 años, que es aproximadamente el tiempo que lleva existiendo la agricultura, aunque buena parte de estas expansiones se han concentrado en los últimos 4.000 años.

El problema es que extraer conclusiones de tiempos más remotos es complicado, entre otros motivos porque el AMY1 está en una zona de nuestro genoma muy repetitiva y, (simplificándolo un poco) como si tuviéramos que contar el número de casas adosadas a través de una pequeña mirilla… a veces es difícil orientarte entre tanta copia idéntica. Sin embargo, ampliar la mirilla para tener una vista panorámica ayuda y eso, salvando las enormes distancias que hay entre la analogía y la realidad, es lo que ha hecho el equipo de investigadores. Concretamente mediante técnicas de secuenciación de lectura larga frente a las clásicas de lectura corta, logrando así un gran detalle.

Las casas adosadas de tu ADN

Así pues, los investigadores analizaron el genoma de 68 humanos antiguos, incluyendo una muestra de 45.000 años encontrada en Siberia. Analizando el material genético los expertos pudieron concluir que la primera de esas expansiones de AMY1 se remontaba más de 800.000 años y que estaba presente en otros humanos no Homo sapiens que también descendieron de aquellos antepasados comunes de hace 800.000 años, como pudieron ser los neandertales y los denisovanos.

De hecho, sabemos que esta expansión es una adaptación relativamente sencilla y que incluso los animales domésticos han sufrido esta mutación a medida que pasaban generaciones a nuestro lado. En cualquier caso, gracias a este estudio ahora comprendemos mejor la semilla de uno de los rasgos más profundamente arraigados en nuestra cultura: el culto a los carbohidratos.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Los hidratos de carbono no son malos por sí mismos, todo depende de su cantidad y de nuestros hábitos de vida. Hacer ejercicio moderado tras cada ingesta ya ayuda a lidiar con buena parte de los problemas que estos acarrean, como el famoso pico glucémico tan relacionado con el desarrollo de diabetes. Si llevamos una vida sedentaria los hidratos de carbono tal vez no sean la mejor opción para llenar nuestro plato, pero eso no significa que debamos retirarlos por completo de nuestra dieta, sobre todo, si pretendemos cambiar nuestra rutina a una más saludable, por ejemplo, empezando a hacer ejercicio.

China inicia la producción masiva de baterías nucleares que duran 50 años sin cargarse


    Una de las principales limitaciones que ha tenido la tecnología hasta el día de hoy, es la duración de la batería de los diferentes dispositivos y servicios. El ejemplo más visual ha sido con la llegada de los coches eléctricos y la problemática de cargarlos durante un viaje largo, ya sea por la autonomía y por el tiempo de espera hasta que estén completamente cargados.

    Pero este no es el único caso en que la batería de los dispositivos electrónicos supone un problema, ya que los casos más recurrentes y mundanos son las baterías de los smartphones. Para muchos usuarios esto es un dolor de cabeza constante, ya que por antigüedad u otros problemas, tienen que estar todo el día pendiente de la carga de su dispositivo para que este no se les apague.

    Y si bien la mayoría de las personas cargan su teléfono por la noche (mientras duermen) para que al día siguiente esté al 100% y pueda aguantar todos los usos que el usuario requiera de él. Aun así hay días que ni esto es suficiente.

    Pero una startup china, llamada Betavolt Tech se ha dispuesto a cambiar esto y como ya anunciaron a principios del año pasado estaban desarrollando una batería que podía durar hasta 50 años y lo más llamativo es que no han requerido de una nueva tecnología o avance, sino que están usando un tipo de energía que lleva utilizándose desde principios del siglo XX, la energía nuclear.

    La energía nuclear se ha visto con un gran potencial debido a las múltiples aplicaciones que tiene, y ahora en 2025, es con la tecnología nuclear con la que podemos dar un gran y muy importante paso, debido a que la compañía ha comenzado la producción masiva de este tipo de baterías.

    Betavolt quiere usar este tipo de energía para cargar smartphones y demás dispositivos, donde destaca que tendrán una batería que podría llegar a ofrecer hasta 50 años de energía sin necesidad de cargar o de mantenerla. Suena a utopía, pero según han explicado, han conseguido comprimir 63 isótopos nucleares en un diminuto módulo no más grande que una moneda, por lo que se podría introducir en dispositivos pequeños tipo teléfonos móviles o drones.

    Uno de los grandes retos de estas baterías era hacerlas seguras, ya que están impulsadas por energía nuclear, y según indican estas baterías tan solo emiten radiación internamente, por lo que la batería debería ser segura para usos cotidianos si el encapsulado permanece intacto.

    Por otro lado, Betavolt asegura que estas baterías se pueden reciclar, en el sentido de que cuando se gastan, la desintegración de su componente (Níquel-63) produce Cobre-63 un isótopo estable y no radiactivo, por lo que se podría volver a utilizar como tal metal sin peligro.

    Lo cierto es que esta tecnología no es nueva y, por ejemplo, la NASA y algunos ejércitos ya la están utilizando, pero el salto que quiere dar Betavolt es el de llevar este tipo de energía al consumidor y a los productos que usamos cada día, lo que sí que sería un paso revolucionario. Eso sí, todavía hay muchos escépticos que no se creen completamente lo que esta compañía asegura, y creen que es más un reclamo para llamar la atención de inversores más que una realidad.

    Pero de ser cierto cambiará el mundo para siempre, ya que tendrá un impacto en tantas áreas, cambiando tantas cosas como:

    • La cultura de la recarga: adiós a los cargadores, si las baterías duran 50 años.
    • Autonomía energética remota: perfecta para zonas de difícil acceso sin infraestructura eléctrica, al igual que para el espacio.
    • Medicina: productos como los marcapasos o los audífonos no se tendrán que cambiar tan frecuentemente.








¿Son peligrosas las personas con problemas mentales severos, como trastorno bipolar o esquizofrenia?

Llevo años trabajando con personas con trastornos psicóticos y solo recuerdo una vez que sufrí violencia física. Paco me dio un tortazo. Nada justifica su reacción, salvo que yo no valoré correctamente su capacidad de control ante mis preguntas. Él estaba psicótico y yo me equivoqué. Paco no era peligroso, al menos mientras no le tocaran las narices. Y esa fue la última vez que yo lo hice.

Un peligro es algo que contiene un daño potencial. Es muy distinto un cuchillo en manos de una chef que manejado por un asesino. Según esas variaciones, el peligro del cuchillo disminuye o aumenta según de quién sean las manos. Por ello, más que de peligro, se habla de riesgo. Este último apunta a la probabilidad de que dicho cuchillo provoque daño.

Trastornos mentales severos y persistentes

Los trastornos son grupos de síntomas que alteran la salud de forma significativa, pero cuya causa se desconoce. Un trastorno de ansiedad, una depresión y una esquizofrenia son trastornos mentales que afectan la forma de pensar, las emociones, el comportamiento y las relaciones con el entorno. Son más severos mientras mayor sea el grado de afectación, considerando su duración y el funcionamiento personal y social del sujeto. Por ejemplo, Paco tenía amistades, trabajaba, vivía solo y era feliz consigo mismo.

Este grado de afectación se entiende como discapacidad y está determinado tanto por los síntomas como por las características del entorno. Por ejemplo, con Paco contábamos con una red comunitaria; yo mismo le veía en su propio piso, a lo que se sumaba que contaba con apoyo para conseguir trabajo y ayudas sociales. Todo ello amortiguaba la severidad de su esquizofrenia.

Factores que aumentan los riesgos

Mi amigo Paco era un pedazo de pan, pero había que tener ojo cuando consumía alcohol para aliviar sus preocupaciones. Porque hay riesgos transversales en la criminalidad: los hombres cometen más delitos que las mujeres, y gran parte de los delitos se producen en asociación con el consumo de sustancias, principalmente de alcohol.

No seguir un tratamiento aumenta el riesgo. Y tratamiento en salud mental no se circunscribe solo a tomar medicación, sino que incluye también aspectos psicosociales. Se debe mantener un apoyo que ayude a mejorar la autoestima, el autocontrol y las habilidades, pero también hay que facilitar la vivienda, el trabajo y el desarrollo personal, entre muchas otras cosas, lo que da idea de la complejidad de dichos tratamientos.

Ciertos tipos de síntomas también incrementan el riesgo. Por ejemplo, quienes presentan paranoia pueden llegar a tener la certeza de que alguien pretende hacerles daño, incluso matarles. Y como están seguros de ello, actúan en consonancia, pudiendo tomar medidas que incluyen la violencia. Imagine qué haría si está seguro de que le quieren matar.

Otros síntomas a tener en cuenta son los maníacos –por ejemplo, creer que podemos controlar los semáforos puede llevarnos a no respetarlos– o las identificaciones defectuosas. Recuerdo un paciente que golpeó a un viandante al salir del banco porque decía que era físicamente igual a él y, aprovechando ese parecido, había retirado todo el dinero que tenía. Adicionalmente, las alucinaciones auditivas imperativas –es decir, que dan órdenes– pueden implicar hacer daño a otros.

Quienes presentan este tipo de síntomas, si se descompensan y no cuentan con un soporte de tratamiento adecuado y a tiempo, pueden ser más propensos a cometer delitos.

La importancia de contar con ayuda

Un aspecto añadido de los trastornos mentales es la reducción de la conciencia de estar enfermo y de necesitar ayuda, lo que acarrea menor contacto con servicios de apoyo. Además, el riesgo aumenta con el aislamiento, ya que se cuenta con menor asistencia social y, en consecuencia, menos probabilidades de que alguien nos ayude cuando sufrimos una crisis. Lo mismo ocurre con el hecho de pertenecer a una minoría.

A todos estos factores debemos sumar los avatares de la vida: el estrés en personas con trastornos mentales es muy tóxico, de modo que un evento vital puede aumentar el riesgo. Cuando murió la madre de Paco, sabíamos lo doloroso que era para él y le acompañamos, tal como lo hacemos con la gente que queremos.

Además, hay patologías que, sumadas a un trastorno severo, se asocian a un mayor riesgo. Por ejemplo, personalidades paranoides, narcisistas o psicopáticas, así como patologías neuropsiquiátricas y del desarrollo intelectual. Para disminuir las posibilidades de cometer delitos hay que distinguir lo que es bueno o malo, estimar las consecuencias de los actos y poder controlarse, y no siempre eso es simple de conseguir.

Y, claro está, existe la maldad. Hay individuos que, por diversas razones, son violentos y abordan su vida sin empatía por los otros. Si tienen un trastorno mental, su potencial de producir daño es claramente mayor.

¿Podemos disminuir los riesgos?

Las personas con trastornos mentales suelen ser más bien víctimas que victimarios. Y cuando ejercen la violencia, quienes más riesgo corren son personas de su entorno cercano, particularmente quienes les cuidan.

Mi amigo Paco tenía una esquizofrenia paranoide y solía consumir alcohol y drogas de forma moderada, pero era feliz y resultaba muy agradable compartir su compañía. Vivía solo, trabajaba, tenía amigos; seguía lo que llamamos su proyecto de vida. Una forma de disminuir los riesgos radica justamente en contar con todos los recursos que permitan vivir una vida plena.

De cualquier forma, es importante identificar con claridad el grupo de alto riesgo: hombres que no siguen el tratamiento, consumen sustancias y tienen un perfil de personalidad violenta. Luego, se debe seguir un modelo de atención amable y que acuda donde está la persona. Se necesitan recursos en salud mental, pero también mejorar la integración, con apoyos para la vivienda, el trabajo, el ocio y la educación.

En resumen, no son los trastornos, sino las personas con sus peculiaridades y circunstancias las que explican un acto criminal. La mayor parte de los individuos con trastornos mentales no utilizan la violencia para resolver sus conflictos, no tienen síntomas asociados al riesgo y cuentan con los apoyos que le llevan a vivir la vida que desean sin hacer daño y aportando a la sociedad. Alguien aquejado de un trastorno mental es menos peligroso que alguien que no lo tenga.

Artículo publicado originalmente en The Conversation. Felipe Soto-Pérez es Adjunct professor en Psicopatología y Salud Mental del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos de la Universidad de Salamanca.



Un grupo de arqueólogos tiene miedo de abrir la tumba del primer emperador de China

 


Los arqueólogos tienen mucho temor de abrir la tumba de Qin Shi Huang, el primer emperador de China, que se encuentra enterrado hace 2 200 años.

La tumba del soberano, que gobernó del 221 a. C. al 210 a. C., está custodiada por un ejército de soldados y caballos hechos de terracota. La sepultura fue descubierta por unos campesinos en 1974 en la provincia china de Shaanxi.

Aunque un grupo de arqueólogos exploró la zona, nunca abrieron la tumba propiamente dicha, y con razón.

Según IFL Science, los expertos no solo creen que causaría daños, sino que hay rumores de que contiene trampas mortales que podrían matar a los curiosos intrusos.

En los escritos del historiador chino Sima Qian, redactados 100 años después de la muerte de Qin Shu Huang, se afirma: “Se construyeron palacios y torres escénicas para cien funcionarios y en la tumba se colocaron artefactos raros y tesoros maravillosos”.

Continúa: “Se les ordenó a los artesanos que fabricaran ballestas y flechas preparadas para dispararle a cualquiera que entrara en la tumba. Se utilizó mercurio para simular los cien ríos, el Yangtsé y el Amarillo, y el gran mar, y se configuraron para que fluyan mecánicamente”.

Aunque miles de años después esas supuestas ballestas no funcionen, aún se teme que el mercurio líquido se filtre por las grietas.

“El mercurio altamente volátil puede estar filtrándose a través de las grietas, que se formaron en la estructura a lo largo del tiempo, y nuestra investigación respalda la información de los escritos antiguos sobre la tumba, que se cree que nunca fue abierta o saqueada”, se sugiere un artículo de 2020.

Al parecer, los científicos han fantaseado con la idea de utilizar técnicas no invasivas para abrir la tumba; sin embargo, aún no han llegado a buen puerto.


Descubren una grieta titánica bajo el suelo entre Arabia y Asia: un desgarro del pasado que sigue creciendo



La Tierra guarda bajo su superficie vestigios de un pasado geológico turbulento, y uno de ellos acaba de ser revelado con mayor precisión. Investigadores dirigidos por el geólogo Renas Koshnaw, del MIT y la Universidad de Miami, han confirmado la existencia de una grieta masiva que crece entre las placas arábiga y euroasiática. Esta fractura, lejos de ser reciente, está ligada al proceso de subducción de una antigua placa oceánica: el océano Neotetis, que existió hace millones de años entre los continentes de Gondwana y Laurasia.

Durante millones de años, los restos de esta placa oceánica han sido empujados hacia el manto terrestre, en un proceso geodinámico que sigue activo hoy. Pero ahora, gracias a datos sísmicos de alta resolución y modelos tectónicos avanzados, se ha detectado que la placa se está desgarrando en dos bajo la corteza terrestre.

El equipo ha identificado un área de ruptura que se inicia en el sureste de Turquía y se extiende en dirección sureste hacia el norte de Irak y el Zagros. Esta región se encuentra sobre una cuenca profunda llamada antepaís del Zagros, que se está hundiendo como consecuencia del “tirón” de la placa oceánica descendente.

“Lo que vemos es una separación clara entre la parte oceánica y la parte continental de la placa arábiga. Es como si una vieja cicatriz geológica se estuviera abriendo de nuevo”, afirma Koshnaw. La evidencia sugiere que el borde de la placa está colapsando hacia el manto, generando presiones laterales que pueden alterar todo el equilibrio de fuerzas tectónicas en la región.

“Esto podría cambiar la frecuencia e intensidad de los terremotos”

Este descubrimiento no solo es relevante desde el punto de vista científico, sino también desde la perspectiva del riesgo geológico. Turquía, Irak e Irán son regiones altamente sísmicas, situadas en una zona de colisión de placas. Si esta grieta continúa extendiéndose, podría modificar patrones sísmicos en zonas densamente pobladas.

“La fractura puede actuar como un disparador de tensiones, liberando energía acumulada o redistribuyéndola a lo largo de nuevas fallas activas. Esto podría cambiar la frecuencia y la intensidad de los terremotos en los próximos siglos”, explica el profesor Jean-Philippe Avouac, experto en geodinámica de Caltech, que ha seguido los estudios de Koshnaw.

Aunque el epicentro de esta fractura se sitúa bajo el sureste de Turquía, los efectos geológicos se extienden hacia el norte de Siria, el Kurdistán iraquí e incluso hacia las planicies del oeste iraní. En todas estas áreas, la actividad tectónica es compleja y mal comprendida, en parte debido a los conflictos que dificultan la instalación de estaciones de monitoreo sísmico modernas.

Este tipo de desgarros tectónicos también han sido observados en otras zonas del planeta, como el este de África (el Rift de Afar) o el suroeste del Pacífico, pero lo inusual del caso turco-iraquí es que se da en una región donde conviven restos de placas oceánicas, continentales y microplacas menores.

A medida que esta grieta continúe expandiéndose, es probable que se generen nuevos límites de placas. En el futuro geológico lejano, no se descarta que surja una nueva microplaca entre Arabia y Asia Menor, lo cual alteraría los mapas tectónicos tal y como los conocemos hoy.

Un tesoro único obliga a replantearnos todo lo que sabíamos sobre una de las zonas volcánicas más activas de España

 



Hallazgo histórico ante la costa de Castellón, en un enclave conocido como las Islas Columbretes, un pequeño archipiélago conocido por su cobijo a ciertos actos de piratería a lo largo del siglo XVII. Según recoge el portal València Extra, en el curso de unos trabajos de mantenimiento se descubrió un secreto oculto desde el siglo XVII que da un giro histórico.

Dicho hallazgo se corresponde con 33 monedas sin acuñar en una zona próxima al cementerio, tras encontrar la primera en unos antiguos canales de recogida de agua de lluvia. Concretamente, se tratan de cospeles de bronce. ¿Qué quiere decir esto? Los investigadores apuntan a que se confirma la existencia de un taller clandestino de falsificación de monedas.

Es decir, aunque nunca llegaran a ser dinero, la aparición de esas monedas sí demuestra que la isla tuvo ocupación antes del siglo XIX, fecha en la que se ocupó oficialmente al iniciarse la construcción del faro.

Archipiélago de origen volcánico

Este archipiélago está conformado por las islas de L'Illa Grossa -habitada-, la Ferrera, la Foradada y el Carallot. Es de origen volcánico. Su mayor isla, la primera de las mencionadas, se asienta sobre un antiguo cráter volcánico. Cabe destacar que, en la actualidad, no hay actividad volcánica.





¿Por qué nos encanta el pan? Un cambio genético hizo que nuestra saliva pudiera digerir el almidón hace 800.000 años

 

Un nuevo análisis de ADN antiguo sitúa las primeras duplicaciones del gen de la amilasa mucho antes de la aparición de la agricultura, probablemente a partir del uso del fuego por parte de nuestros antepasados

Hemeroteca - Un nuevo (y dudoso) análisis genético apunta a que Cristóbal Colón tenía origen judío y ocultó su identidad

El superpoder que nos permite a los humanos empezar a procesar el almidón de los alimentos con nuestra saliva se gestó mucho antes de lo que pensábamos, según un trabajo publicado este jueves en la revista Science

Una investigación liderada por Omer Gokcumen, de la Universidad de Buffalo (UB), sitúa el origen esta revolución metabólica hace más de 800.000 años, cuando la duplicación del gen de la amilasa salival (AMY1), que facilita esta capacidad, preparó el terreno para la adaptación humana a los alimentos ricos en almidón, que empezamos a consumir en masa muchísimo más tarde, tras la revolución neolítica y el cultivo de cereales.

Mientras el resto de animales tienen que esperar a que los carbohidratos lleguen hasta el estómago y que la enzima amilasa, segregada por el páncreas, pueda descomponerlos en azúcares más pequeños, nuestra especie expresa esta enzima en la saliva y empezamos la digestión del almidón en la boca. Esto explica por qué si dejamos un pedazo de pan sobre la lengua notamos un sabor dulce, una capacidad cuyo origen los científicos situaban al comienzo de la agricultura, hace unos 10.000 años, y que está presente también en nuestros animales domésticos, expuestos a las mismas dietas ricas en almidón que nosotros.

Madurado a ‘fuego’ lento

El nuevo trabajo se ha basado en el análisis de los genomas de 68 restos humanos antiguos, incluida una muestra de Siberia de 45.000 años de antigüedad. Los autores han descubierto que los cazadores-recolectores preagrícolas ya tenían un promedio de cuatro a ocho copias de AMY1, lo que sugiere que los humanos ya caminaban por Eurasia con una amplia variedad de números altos de copias de este gen mucho antes de que comenzaran a domesticar plantas y a comer cantidades excesivas de almidón.

El estudio también indica que se produjeron duplicaciones del gen AMY1 en neandertales y denisovanos, lo que les lleva a concluir que este cambio clave sucedió mucho antes de que nuestra especie se separara de los neandertales y a dar la cifra de al menos 800.000 años. “Las duplicaciones iniciales en nuestros genomas sentaron las bases para una variación significativa en la región de la amilasa, lo que permitió a los humanos adaptarse a dietas cambiantes a medida que el consumo de almidón aumentaba drásticamente con la llegada de nuevas tecnologías y estilos de vida”, señala Gokcumen.

Esta observación concuerda con la disponibilidad de almidón cocinado entre los homínidos arcaicos, posible gracias a que aprendieron a usar el fuego

Es difícil establecer la causa de estos primeros cambios, pero los autores creen que estas duplicaciones iniciales antes de la división entre humano, neandertal y denisovano, pudieron tener que ver con el uso del fuego para calentar los alimentos. “Esta observación concuerda con la evidencia reciente del consumo de almidón de los neandertales, y tal vez con la disponibilidad de almidón cocinado entre los homínidos arcaicos, posible gracias a que aprendieron a usar el fuego”, escriben.

Como lanzar una piedra a un estanque

Los investigadores creen que la duplicación inicial de AMY1 fue como la primera onda que se extiende tras lanzar una piedra a un estanque: creó una oportunidad genética que más tarde fue fundamental para nuestra especie. A medida que los humanos se expandieron por diferentes entornos, la flexibilidad en el número de copias del gen proporcionó una ventaja para adaptarse a nuevas dietas, en particular las ricas en almidón. “Tras la duplicación inicial, que dio lugar a tres copias de AMY1 en una célula, el locus de la amilasa se volvió inestable y comenzó a generar nuevas variaciones”, explica Charikleia Karageorgiou, una de las autoras principales del estudio. A partir de tres copias de AMY1, se pueden obtener hasta nueve copias, de modo que cuando llegó la revolución neolítica aquel cambio ya estaba en marcha.

La nueva investigación también documenta cómo la agricultura afectó a la variación de AMY1 en los agricultores europeos, que vieron un aumento en el número promedio de copias del gen en los últimos 4.000 años, probablemente debido a sus dietas ricas en almidón. Un resultado que concuerda con la investigación anterior de Gokcumen, en la que mostró que los animales domésticos como perros y cerdos también tienen un mayor número de copias de AMY1 en comparación con los animales que no dependen de dietas ricas en almidón.

Es probable que los individuos con un mayor número de copias de ‘AMY1’ digirieran el almidón de manera más eficiente y tuvieran más descendencia

A partir de aquel momento, la evolución hizo el resto. “Es probable que los individuos con un mayor número de copias de AMY1 digirieran el almidón de manera más eficiente y tuvieran más descendencia”, comenta Gokcumen. “En última instancia, sus linajes se comportaron mejor a lo largo de un largo período evolutivo que aquellos con un menor número de copias, lo que propagó el número de copias de AMY1”. 

Por qué comemos patatas y cereales

Para Gemma Marfany, catedrática de Genética de la Universidad de Barcelona (UB), el análisis genómico está muy bien trabajado a nivel metodológico, dado que la región genómica que contiene los genes de amilasa, al estar duplicados y con secuencias muy homólogas no es sencilla de alinear y analizar. “La presencia de este gen de la amilasa, necesaria para degradar el almidón, favoreció que podamos digerir y aprovechar bien las plantas ricas en hidratos de carbono que nos proporcionan energía, como la patata y otros tubérculos, el arroz, el trigo y otros cereales”, señala. En su opinión, “expresar más amilasa en la saliva confirió a nuestros antepasados una ventaja respecto a tener solo una copia del gen AMY1, como tienen chimpancés y gorilas y, más tarde, con la aparición de la agricultura y domesticación de cereales, todavía se incrementó más esta presión de selección natural”.

“El gen de la amilasa es un claro ejemplo de evolución genética en respuesta a la dieta, similar al caso del gen de la lactasa, que muestra una de las señales más marcadas de selección positiva en nuestro ADN”, explica Antonio Salas, genetista de la Universidad de Santiago (USC). En su opinión, este trabajo representa un reto técnico considerable, además del esfuerzo bioinformático y de análisis evolutivo necesario para comprender esta variabilidad. “Los autores aportan evidencia de que las variaciones en el número de copias del gen AMY1 coinciden con los cambios necesarios para la transición de sociedades cazadoras-recolectoras nómadas a sociedades agrícolas sedentarias, aunque uno de los retos pendientes es comprender el mecanismo fisiológico exacto a través del cual la variabilidad en el número de copias del gen confiere una ventaja adaptativa, especialmente en distintos contextos culturales con variabilidad dietética significativa”, destaca.  

“Lo que los autores deducen de su estudio es que las primeras duplicaciones pudieron ocurrir antes de la divergencia de humanos modernos, neandertales y denisovanos”, señala el paleoantropólogo y académico español José María Bermúdez de Castro. “Esta divergencia se ha estimado entre 550.000 y 765.000 años, aunque algunos autores la llevan atrás en el tiempo hasta los 800.000 años, y esta es la fecha que usan los autores del trabajo”. Puesto que existen evidencias del uso del fuego para cocinar en un yacimiento de Israel (Daugthers of Jacob Bridge), datado en aproximadamente 780.000 años, los autores consideran que el empleo del fuego para cocinar —que permite digerir mejor los alimentos— pudo influir en la duplicación del gen AMY1, apunta. 

La capacidad de ingerir almidón de tubérculos cocinados gracias a estas duplicaciones podría estar relacionada también con un incremento de capacidad craneal

Estas conclusiones apuntan una posibilidad fascinante y es que aprender a manejar el fuego propició un cambio en nuestra saliva y abrió la puerta por la que terminó produciéndose la revolución agrícola posterior. “Es una hipótesis interesante, porque la capacidad de ingerir almidón de tubérculos cocinados gracias a estas duplicaciones podría estar relacionada también con un incremento de capacidad craneal”, añade el especialista en ADN antiguo Carles Lalueza-Fox. Aunque ya había otros trabajos anteriores sobre este gen que proponían duplicaciones después de la separación de humanos modernos y neandertales, recuerda, lo más relevante es que aquí encuentran una cierta variabilidad en los genomas arcaicos y proponen una fecha anterior. “Y hay una historia bonita en paralelo —señala—, y es que las duplicaciones de este gen también se encuentran en perros y no en lobos; datan de hace unos 7.000 años y se han relacionado, claro, con la agricultura”.

Jurassic Park' ya es una realidad: consiguen revivir a un lobo gigante que vivió hace miles de años

  Estos animales eran hasta un 25 % más grandes que los lobos grises y tenían un pelaje claro y grueso y unas mandíbulas más fuertes. Desext...